Nacido en la Cabilia, exiliado a Francia en los años 80 por evitar la represión de las autoridades argelinas hacia la identidad amazigh, a Akli D. le gusta la música lo mismo que la gente. Creció en un barrio a la manera brasileña, entre música y fútbol, y desde muy joven fue mecido por los cantos espirituales (en griot) de su madre, rodeado de un hermano armonicista y otro guitarrista. Es allí, a los trece años de edad, que participa por primera vez en un concierto de liceo. A partir de ese momento no dejará más su guitarra, será su pasaporte para los viajes y los encuentros que jalonarán su camino.
Desde el lanzamiento de su álbum de debut, “Anefas Trankil”, en 1999, este artista nómada traza con bonhomía su camino, desde París a Edimburgo, de España a Alemania, del desierto de Marruecos a las montañas de la Cabilia, listo para todos los viajes y todas las aventuras. Y reúne alrededor de él no sólo a los miembros de la comunidad amazigh, para los que es un portavoz de sus emociones, sino los amantes internacionales de las músicas del mundo. ¿Un trovador de los tiempos modernos? ¡Por supuesto! Un artista del tipo de los maestros de la canción cabilia, como Idir y Cheikh El Hasnaoui, o como en los grandes nombres del rock, como Bob Dylan o Neil Young, para amar y casarse con estas influencias con que alimentar su universo, a la vez poético, íntimo y comprometido. Porque, ¿quién mejor que él, que continúa luchando por el reconocimiento y la dignidad de su pueblo, puede cantar con precisión y sensibilidad a la injusticia, la prepotencia de los poderosos, la crueldad de la vida cotidiana? ¡Adelante entonces! Desde su feudo parisino, un pequeño café donde los "bueys" entre músicos de todo origen van a menudo a buen paso, hace ya cerca de veinte años que este insaciable curioso pasea su guitarra y su banjo para el encuentro de otros y de sus culturas.
Producido por Manu Chao, su segundo álbum, “Ma Yela” (2006), nos lo había dejado en alguna parte entre Ménilmontant y Barcelona… Con “París-Hollywood” (2011), Akli D. regresa sobre los caminos del mundo. Ritmos bereberes, blues del sur, afro-folk... Rif por aquí, arpegio por allá, acordeón, bouzouki, piano, charango: en este tercer álbum, el artista bereber se esfuerza por estar donde menos te lo esperas y desgrana sus historias con toques melódicos y coloridos, momentos bosquejados de la vida, unas veces tristes y otras alegres, maliciosos o amorosos, mordaces o dulce y amargo, cantados en cabilio o en francés, colaborando con artistas como Fredo, cantante de los Ogres de Barback, Magyd Cherfi, pilar de Zebda, o Amparo Sánchez (ex-Amparanoia). Y siempre, implícitamente, la tenaz voluntad de apelar con la música al viaje, la fraternidad y la paz. De París a Hollywood, Akli D. hace de buena gana châabi festivo o pop mestizo, se aventura con el folk y el sonido cobrizo de los Balcanes, antes de salir a dar un paseo en Gnawa e ir al encuentro con los aires envoûtants del África… Al final, doce "pedazos de selva" musicales llenos de encanto, desbordante de sinceridad, de vida y de esperanza, preparados cuidadosamente bajo la mirada del ingeniero del sonido Frank Redlich (Gainsbourg, Louis Chedid, la Tordue, Christophe, Arthur H., etc.) y del realizador Philippe Eidel (Khaled, 123 Soleil, Indochine, Mammas). ¡Embarque inmediato!
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