Multiinstrumentista brasileño, Egberto Gismonti está considerado como uno de los más grandes compositores e intérpretes de nuestro tiempo, con más de 30 años de trayectoria publicando decenas de discos para el prestigioso sello ECM, y colaborando y grabando con artistas de prestigio tales como Charlie Haden, Pat Metheny, Jan Garbarek, Jacques Morelenbaum, John McLaughlin o Naná Vaconcelos, así como solista invitado por algunas de las más importantes orquestas de música clásica del mundo, por prestigiosas Big Bands de jazz y con orquestas de jazz sinfónico. Hijo de un siciliano y una libanesa, Egberto Gismonti nació en Carmo, Estado de Río de Janeiro, Brasil, en 1947. Comenzó su estudio formal de piano a la edad de seis años. Después de estudiar música erudita durante 15 años, se fue a vivir a París, donde estudió con la compositora y directora de orquesta Nadia Boulanger (con quien aprendió orquestación y análisis) y con el compositor Jean Barraqué (alumno de Arnold Schönberg y de Anton Webern). Junto con Ginastera, Pascoal y Piazzola, entre otros, Egberto Gismonti es un gan exponente de la fusión de la música académica y las estéticas folklóricas. Su obra (rasgo característico de los compositores neoclásicos de mediados del siglo XX) cita giros melódicos, armónicos y estéticos de la música brasileña, afrolatina y portuguesa desde el tratamiento académico y el espíritu romántico. Egberto Gismonti vivió varios meses con los indios Xingú, del Amazonas, que le ayudaron a vislumbrar una realidad musical más amplia que la del estrecho mundo clásico. Se formó escuchando música tan dispar como la de Django Reinhardt y Jimi Hendrix. Su música tiene, pues, influencias diversas, como las ideas de orquestación y chord voicing de Maurice Ravel y el choro, música popular instrumental tocada por varias guitarras. Para poder tocar esta música empezó a estudiar guitarra, se pasó a la guitarra de 8 cuerdas y luego a la de 10 cuerdas (que combina 6 cuerdas de guitarra con 4 de bajo). Una de las mejoras cosas que le ha pasado a Brasil en el tránsito del siglo XX al XXI es poder contar con el genio musical de Egberto Gismonti. Dicho esto en un país donde la música es una de sus más notables riquezas culturales, pareciera una afirmación aventurada. Pero la presencia tutelar de Gismonti es indiscutible. |